El comercio es tan antiguo como
la historia de la humanidad, desde la revolución cognitiva 70.000 años atrás,
nuestros antepasados los recolectores cazadores ya intercambiaban a través del
trueque, lo que posteriormente diera lugar a las cadenas globales de
intercambio. Esto convirtió a todo el globo en una única esfera económica y
política. Las personas continuaban hablando dialectos extraños, obedecían a
gobernadores diferentes y adoraban a dioses distintos, pero todos creían en el
intercambio. Sin esta creencia compartida, las redes comerciales globales
habrían sido prácticamente imposibles. (Escobar, 2021).
El comercio sigue existiendo,
pero ahora tiene una versatilidad inimaginable. Las investigaciones sugieren
que el comercio electrónico es fácil de emprender, proporciona entrega de
información más rápida y abarata los costos, genera retroalimentación rápida
sobre nuevos productos, mejora la atención al cliente, tiene acceso a una
audiencia global, nivela el campo de competencia y apoya el intercambio
electrónico de datos. Se trata de un canal de venta alternativo, permanente y dinámico,
por el cual las empresas, grandes, medianas y pequeñas realizan intercambios
comerciales a nivel local y foráneo. Principalmente, estas dos últimas no
pueden costear el establecimiento de una red de ventas internacional. Por esta razón, el marketing por internet
está adquiriendo importancia creciente entre las empresas exportadoras de los países
emergentes, por ejemplo, a través de plataformas como; Alibaba, Mercado Libre y
Wish.
A partir del surgimiento de este
canal se ha reducido aún más las barreras físicas del comercio transfronterizo
de mercancías, y desde luego del comercio de servicios, derivando en una
estrecha, pero amplísima comunidad comercial virtual, donde cobra aún más
sentido el término “aldea global”. Los datos muestran que estamos frente a una
realidad y el proceso se torna irreversible, por más que la tendencia general
sea rechazar lo nuevo y lo desconocido es imposible detener el avance y el
progreso de la sociedad. Según la Ley de difusión de innovaciones popularizada
en 1962 por Everett Rogers, la población de cualquier país se divide en 5
segmentos que a largo plazo y progresivamente tienden a adaptarse a los cambios
y avances relacionados con nuevos conocimientos y formas de hacer las cosas. (Vilaseca, 2014)
En pleno auge de la pandemia por
el COVID -19 en el año 2020 se redujo dramáticamente el comercio
transfronterizo de mercancías, lo que posteriormente ocasionó una crisis de
escases de contenedores a nivel mundial. Los datos que recoge la Organización
Mundial del Comercio “OMC” en 2020 indicaron una caída drástica del 12,9% en el
volumen del comercio mundial. Contrario a esta tendencia, las compañías de
comercio electrónico no solo que aumentaron sus ventas, sino que también en
algunos casos triplicaron el precio de sus acciones desde el crash de los
mercados financieros a finales de marzo del 2020. Es decir, la pandemia y el confinamiento
fueron el punto de inflexión, para que el comercio electrónico se dispare y se
consolide a nivel local y mundial.
A pesar de eso, todavía existe
mucha resistencia y desconfianza. Los datos revelan que muchas personas, por
ejemplo, en países emergentes como India, China y otros de Asia, desconfían
naturalmente de las transacciones de comercio electrónico, lo mismo sucede en
Ecuador y parte de Latinoamérica. En un estudio de comparaciones interculturales
del uso de información en Internet y la interpretación y reacción que provoca
revelaron diferencias importantes entre la cultura de un país y la tendencia a
evitar la incertidumbre. (Daniels, Radebaugh, &
Sullivan, 2013)
En el contexto de la
reglamentación, en la segunda Conferencia Ministerial, celebrada en mayo de
1998 en el seno de la OMC, los Ministros, reconocieron la expansión del
comercio electrónico mundial, que estaba creando nuevas oportunidades. Allí adoptaron
la Declaración sobre el Comercio Electrónico Mundial. En ella se pedía el
establecimiento de un programa de trabajo sobre el comercio electrónico, que
fue acogido finalmente en septiembre de 1998 (Organización Mundial del Comercio,
2021).
Mientras tanto en el ámbito local el 17 de abril del 2002, el entonces Congreso
Nacional, promulgaba la Ley de Comercio Electrónico, cuyo objeto, así como el programa
de trabajo de la OMC fue regular esta actividad. Entre otras, la Ley regula los
mensajes de datos, la firma electrónica, los servicios de certificación, la
contratación electrónica y la telemática.
Debido al avance y la dinámica de
esta modalidad de comercio, dichas regulaciones podrían resultar ya rezagadas. La
tendencia apunta a que se empleará más recursos económicos en salud, educación,
arte, entretenimiento, deporte, ciencia, conocimiento y espiritualidad. Cada
vez más personas procuran apoyar a compras de empresas y organizaciones que
favorezcan la igualdad social, que promuevan el comercio justo, que apoyen a la
producción orgánica o que fomenten el consumo local, esto se conoce como; consumo postmaterialista. Cada vez que
pagamos por algo, estamos validando y aprobando la manera en la que se ha
producido. Al poner nuestro dinero sobre el mostrador, estamos conformes con
los antecedentes de dicho producto, los materiales y el destino que tome cuando
no lo queramos o lo tiremos.
Por ahora, los retos del comercio
electrónico no son menores, desde la ciberseguridad, los pagos electrónicos, el
uso del big data y las cuestiones legales. El comercio electrónico representa una
revolución en sí misma, que ha venido para quedarse. La facilidad para navegar y
comprar a través del internet es asombrosa, esto inyecta una dosis directa de
dopamina a nuestros cerebros, similar a lo que sucede instantes previos en los
que un apostador corre su apuesta. Lo que se traduce en mayor disfrute y placer
al navegar y comprar, esto dispara automáticamente el Efecto Diderot, que sostiene que obtener una posesión con
frecuencia crea una espiral de consumo que conduce a realizar compras adicionales,
(Schor , 1999) ¿A quién no le ha
pasado?. Finalmente, esto refuerza aún más el éxito de las compañías e-commerce,
de cara a una cuarta revolución de la humanidad y el consumo postmaterialista.
Por: Ricardo Escobar M.
Bibliografía
Daniels, J. D.,
Radebaugh, L. H., & Sullivan, D. P. (2013). Negocios Internacionales Ambientes y Operaciones. México: Pearson educación.
Escobar, M. R. (2021, Agosto 28). El Chunucari.
Retrieved from El Chunucari: http://elchunucari.blogspot.com/
Organización Mundial del Comercio. (2021, 07 11). Organización
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https://www.wto.org/spanish/tratop_s/ecom_s/ecom_s.htm
Schor , J.
(1999). The overspent American: Why we want what we don't need. Nueva York: Harper Perennial.
Vilaseca, B. (2014). Qué harías si no tuvieras
miedo. Bogotá: Penguin Random House Grupo Editorial .